Reitero

Lo bonito del amor es saber valorarlo.
Lo bonito de la amistad es saber amarla.
Lo bonito de la vida es la amistad.
Lo bonito del amor es la vida que te da.
Y viceversa.
Y siempre así.
Tu círculo vicioso.
Nuestro círculo vicioso.
Sin vicio no puedo estar, ya no solo en tu cama, en la mía tampoco.
El vicio de quererte.
El vicio de que me quieras.
El vicio de querernos.
El vicio de valorarnos.
El vicio de ser amigos.
El vicio de vivir.
Se repite la misma historia, pero diferente.
Se repite nuestra historia, pero diferente.
Diferente porque tú ya no eres tú.
Diferente porque yo ya no soy yo.
Diferente porque hemos madurado.
Diferente porque hemos cambiado.
Y qué bonito.
Y qué difícil eso de pasar página, eso de olvidar.
Para siempre el recuerdo, lo nuestro fue efímero.
Efímero porque tú ibas a dejar nuestro nosotros.
Efímero porque la vida es cambio.
Efímero porque aunque me gusta repetir palabras, no me gusta repetir errores.
Efímero porque los círculos viciosos siempre tienen una esquina.
Efímero porque la vida es un círculo con dificultades, es un círculo con esquinas, es un círculo que superar.
Pero yo... no te supero porque no quiero cambiar de esquina, porque quizá mi siguiente esquina sea demasiado hasta para mí, porque quizá lo que necesito es cambiar el círculo.
Qué bonito.
Qué bonito.
Qué bonito.
Elevado al cubo y no al círculo. Se me dan mejor los cubos.
Se me dan mejor las esquinas.
Se me da mejor tu esquina.
Se me da mejor.
Reitero: lo bonito del amor es que cuando crees que no existe siempre llega alguien que te demuestra lo contrario, y aunque yo siga aquí en tu esquina viciosa, se asoma la siguiente con alguien gritando: ven y quiéreme, que yo ya te quería sin conocerte.
Iré a mi nuevo vicio.
Probaré suerte en la próxima cama.
Quizá allí olvide qué es lo bonito de la vida y empiece a vivirla.
Quizá allí olvide qué es lo bonito de la amistad y empiece a quererla.
Quizá allí olvide qué es lo bonito del amor y empiece a amarlo.
Quizá allí entienda que los círculos no tienen esquinas.
Quizá allí entienda que mi círculo era un cubo.
Quizá allí entienda que el final de una arista es el principio de otra.
Quizá allí entienda.
Quizá.
Allí.
Tú.
El nuevo tú.
Yo.
La nueva yo.
Y viceversa.
Tú no tenías que ser tú.
Tú tenías que ser mi nuevo yo.
Tú tenías que demostrarme que el amor existe.
Tú demostraste que no puedes ser mi nuevo vicio, porque ya tienes suficientes.
Yo tenía que aprender que mi nuevo vicio era yo y no tú.
Y gracias por enseñarmelo.
Y gracias por inspirarme.
Y gracias por no cambiar.
Y gracias por no cambiarme.
Y gracias por poder, aunque sólo sea, mirar hacia la siguiente esquina.
Y gracias a ti por estar allí esperando.
Lo que yo decía, te enseña que el amor sí existe cuando pensabas que no.
Y qué bonito.
Y qué vivo.

A ti

Ahora sí, por primera vez he decidido dedicar una entrada a mi blog, sabes quién eres de sobra. Tú, no hace falta más definición.
Gracias por haberme reencontrado con una Raquel que había perdido hace tiempo.
Gracias por enseñarme que se puede coger cariño a una persona en tres semanas.
Gracias por aceptar mis disculpas las veces que ha hecho falta.
Gracias por pedir disculpas cuando era necesario.
Gracias por ser tan tú y darme la libertad para poder ser yo.
Gracias por serme sincero aunque la verdad duela.
Gracias por bajarme del cerezo antes de comer cerezas pochas.
Gracias por ser mi amigo antes que cualquier otra cosa.
Gracias por no cortar tus emociones y no hacer cortar las mias.
Gracias por darme confianza.
Hoy no exagero nada.
Hoy me da igual que no te sientas identificada.
Hoy me gustaría tenerte cerca.
Hoy me siento mal por jugar a perderte.
Hoy vuelvo a estar agradecida porque creo que todavía no he ganado el juego.
Hoy he aprendido más de mi misma.
Hoy he aprendido más de ti.
Hoy me has hecho crecer como todos los días desde que te conocí.
Hoy.
Gracias.
Espero tenerte cerca muchas tres semanas más.
Espero que me quieras tener cerca muchas tres semanas más.
Te siento.