Desprecio y olvido

Una cosa es olvidarte y otra despreciarte.
Te desprecio como persona desde lo más profundo de mi. Fuiste mi gran decepción, nunca supe que en ti no podía confiar hasta que llegaste y te llevaste tu olor, tu risa, tu forma de quererme, tu forma de ser yo. Por lo menos me dejaste a Sabina y, por cierto, gracias por eso. No supiste comportarte, no supiste disculparte.
Supongo que tu supuesta madurez era un simple factor más en tu falsa vida de cuento.
Besé al príncipe y se convirtió en rana. Qué suerte la mía que no tardara más  y que se llevara con él también y para variar los problemas del paraíso a otra pobre ingenua o quizá no tanto como yo.
Aún así no te olvido. A ti si te he olvidado, al despreciable, al mentiroso, a la mala persona que en verdad eres. Tú estás  bajo llave en el rincón de lecciones de mi cerebro. Al que no olvido es al que fuiste conmigo, al que quisiste ser.
Una persona puede fingir por un tiempo, no aguantaste más pero por lo menos te sirvió de práctica por eso de que quieres ser político y como para eso hay que mentir... de nada por ser tu conejillo de indias.
El de mentira me queria como quiero que me quieran, el de mentira aunque a veces roncaba y hacía cosas que no debía era una personal real y sincera, el de mentira sabía escoger, el de mentira tenía criterio, el de mentira tenía más de 20 años. Pero era eso, mentira.
Me he dado cuenta que lo más complicado en esta vida es asumir que la persona que conoces no es real, que es un personaje, que has estado viviendo en una película. Aunque no te olvido, ni tengo la intención de hacerlo nunca soy consciente de mi tragicomedia, como ya te he dicho, te desprecio y siempre lo haré.
Pero, aún así, y haciendo un exceso te diré que te perdono (porque ya no me importa😏)
A pesar de ser humana no tropiezo dos veces con la misma piedra.