No era el día

Viniste y me revolviste entera. Yo que todavía no tenía el corazón completo y lo poco que quedaba de él estaba roto, dio igual. Llegaste, sin importar el momento a volverme loca, a mover mis muebles, a desempolvar los rincones.
Me asuste, cuando te frustran y te hacen pensar que una relación son mentiras y discusiones no puedes creer que de repente venga alguien a quererte, de pleno, sin condiciones.
Quizá no fue por nosotros, fue por el momento. Nunca he echado tanto de menos a una persona que conozco tan poco pero siento tan cerca.
No me reconozco, aquí pensando en el dolor de cuello que me entraba al mirarte, y eso que solo he podido disfrutarte días alternos.
Demasiado diferentes, demasiado iguales. Ahora entiendo que la clave está en complementarse, no en ser copias. Tú a poner paz en mi vida, yo a echarle sal a la tuya.
Agosto, no puedo esperar más. Se me cansan los pies de recorrer tanto los 3, quizá 2 kilómetros que solo separan casas, y sonará raro lo hago únicamente por si algún día el destino me quiere y me cruzo contigo, por casualidad y te veo, y me ves y quizá a ti también se te remuevan cosas, y quizá entonces sí que sea el día, y quizá nos olvidemos del momento erróneo y podamos disfrutar el sol que hay detrás de las nubes.
Siempre supe que era un punto y aparte, o quizá nunca quise poner punto y final.
Mal día, mala hora, mal momento, maldito destino que me enseñas a valorar cuando quizá me estoy subiendo al tren tarde, mal y nunca, como hago siempre.
Lo mágico del amor es que cuando empiezas a creer que no existe, siempre llega alguien que te demuestra lo contrario.